AVANZAR EN MEDIO DEL CAOS

tesis alma

Extracto de la página de Agradecimientos de la tesis doctoral De estudiantes a expatriados: la experiencia de los mexicanos en España y en Francia, de Alma Trejo.

En estos días se cumple un año de haber tomado una de las decisiones más críticas y agridulces de mi vida reciente: dejar aparcada mi carrera laboral. O si se quiere, podemos decir en otras palabras, el abandonar mi rol de empleada asalariada por el de cuidadora no remunerada. No es que lo comente porque me sienta nostálgica; más bien lo hago por la pura manía de hacer balance de mi existencia cada dos por tres…

Claro que fue una decisión meditada y motivada por las urgencias domésticas, y por supuesto que era plenamente consciente de que ya, sí o sí, se abría ante mí una nueva etapa ineludible, en la cual albergaba la esperanza de aprovecharla para darle un rumbo nuevo a mi vida… ¡Pero cuánto me costó asumir una rutina sin una trabajo remunerado! No es que sintiese devoción por mi puesto laboral, más bien me tenía un poco hastiada, la verdad. Pero mi parcela profesional siempre fue la más importante para mí y las demás áreas personales quedaban supeditada a ella. Se puede decir que yo soy de esas personas que viven para trabajar, en lugar de trabajar para vivir. De ahí el impacto emocional (inimaginable) que supuso el cese de mi actividad profesional.

Y si a esa nueva condición añadimos el hecho de que cada vez me veía más obligada a recluirme en mi casa y a adaptar mi vida a la de mi hermano a cada nuevo paso que avanzaba su enfermedad de Alzheimer, bueno… es fácil comprender la desazón que me sacudió y lo complicado que fue apreciar mi nueva etapa como cuidadora principal (en realidad, cuidadora única).

Pero afortunadamente el destino me regaló un don muy práctico y uno no tan estupendo, pero que no viene nada mal en estos momentos: mi carácter inquieto amante de los retos y mi cansino hábito de darle mil vueltas a la cabeza para ver cómo puedo aprovechar lo que tengo para transformarlo en lo que quiero (¡y de veras que solo los dioses saben lo contumaz y cabezota que puedo llegar a ser!)

Total, que a la hora de la verdad, a pesar de todas mis quejas y mis altibajos emocionales, si realizo un balance objetivo de todo lo bueno y lo no tan bueno que me deja este primer año sin trabajar fuera de casa, la conclusión no puede ser más que positiva 🙂 ¡Sí, sí, en serio! Porque gracias a tener que centrarme en el cuidado de mi hermano pude decir chau a una vida ordinaria y tediosa llena de horarios largos, variados y con escaso tiempo libre. Por fin tuve un motivo para abandonar esa mediocre zona de confort y poder incursionar en aquellos deseos personales que siempre iba posponiendo por falta de tiempo… o de ganas. Y aunque mi desorganización y mi vaguedad atávica siempre está ahí, asediándome; y que volver a convivir con la enfermedad de alzheimer me sigue minando el ánimo, creo que sí tuve pequeños logros personales que me demuestran que sigo funcionando y que si quiero, puedo dar mucho más de mí. Y es que, no nos engañemos, yo soy de esas personas que cuanta más presión tengan encima, mejor funcionan; por eso para mí el estrés suele ser un combustible, más que un veneno.

Así, en los últimos doce meses pude dar rienda suelta a mis quimeras intelectuales y tornarlas reales. Este blog es un tangible ejemplo de ello. Porque siempre me gustó trasmitir por escrito mis neuras y curiosidades, y mucha gente me animaba a tener uno desde hace muchos años, pero yo nunca  terminaba de verme preparada ni dispuesta a invertir el suficiente tiempo en ello. Y, en cambio, hoy en día este blog es mi proyecto más querido y personal. Y se convertirá en una fuente de orgullo el día que descubra que puede aportar algo a otras personas.

Por otro lado, en este tiempo he podido llevar a la práctica uno de mis mayores deseos: ¡ser autora de artículos divulgativos y académicos que se publican en revistas de investigación en ciencias sociales! ¡Me encanta! Entre otras cosas, porque me permite ahondar en un tema que me apasiona como es el de los movimientos migratorios que se dan a lo ancho del mundo. Si bien es cierto que requiere un trabajo intenso de documentación y mucha maestría, puedo garantizar que para mí no hay nada más ilusionante que ver mi estudio y mi nombre publicado en las páginas de una revista :). De momento sigo siendo novata en estas lides, pero he tenido la inmensa suerte de que mis dos primeros trabajos hayan sido publicados («¡veni, vidi, vinci!«, que diría Julio César) en distintas revistas académicas: Diarios del Terruño y Revista de San Gregorio. Asimismo, he conseguido elaborar otros dos artículos más en compañía de mi mentora, amiga y, a la sazón experta en migraciones internacionales y doctora en sociología, Alma Trejo, aunque éstos aún están pendientes de salir a la luz pública.

Y si hablo de mi amiga Alma, he de mencionar la oportunidad y el empuje que me brindó para realizar mis primeras prácticas como correctora de estilo en diversos trabajos suyos, un campo que pienso explotar en breve, porque me conecta con otra de mis pasiones, además de la ya aludida sobre el estudio de las migraciones: la de filóloga.

También me estoy dedicando a terminar una nueva carrera universitaria. Y aunque ya cuento con un buen bagaje de estudios superiores, en el presente curso es la primera vez en mi vida que obtengo una Matrícula de Honor (¡¡sí, sí, existen, no son una leyenda urbana como siempre pensé!! ¡Ja, ja, ja!).

Pero al margen de devaneos intelectuales varios, este ha sido un año de mucho  desarrollo personal y mucho trabajo psicológico conmigo misma. Un año en el que, ante las limitaciones que me asediaban, he sabido repensarme y transformarme a mí misma para no sentirme desafortunada, a través de muchas sesiones autodidactas de coaching y equilibrio emocional. De este modo, he consigo hacer pequeñas cosas que, en otros momentos, nunca hubiese tenido el coraje suficiente para llevar a cabo: participar en un concurso con algún relato, contactar con otras personas, contemplar la idea de iniciar algún proyecto de emprendimiento laboral autónomo,… ¡Y todo lo que me queda aún por delante!

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Seguramente nada de esto hubiese sido capaz de hacer si el alzheimer no se hubiese vuelto a instalar en mi hogar. Porque de todo se aprender, y así como durante mucho tiempo he tenido la sensación de que con la enfermedad de mi mamá mi vida, en alguna medida, se vio sesgada, con la enfermedad de mi hermano quiero hacer las cosas distintas, para no tropezar otra vez en la misma piedra. Y es que ahora entiendo que los mayores límites y restricciones son los que nos imponemos nosotros mismos utilizando como excusa los factores externos que nos circundan.

En cualquier caso, hay algo aún más relevante y gratificante que trajo consigo el mal de alzheimer, al darme una segunda oportunidad para enmendar mi error: la posibilidad de recuperar la relación con mi hermano y de entablar un auténtico vínculo fraternal. No es que alguna vez haya dejado de quererlo o preocuparme por él, pero siendo honestos, nunca me tomaba el tiempo de demostrárselo. En cambio, ahora se lo demuestro cada día y pase lo que pase yo estaré a su lado para lo haga falta en este largo, tortuoso y frustrante camino que nos resta por recorrer. ¡Y por eso trabajo duro en reforzar mi capacidad de resiliencia: para que en estos momentos tan críticos e inestables, mi hermano me encuentre inquebrantable! 🙂

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