
¡He aquí una cuidadora comprometida con su labor y dispuesta a soportar con estoicismo la enfermedad de alzhéimer! 🙂
¡Bienvenidos a mi humilde y particular rinconcito cibernético! Un espacio personal que gira en torno a la vida de una trentiañera cuidadora de un joven enfermo de alzheimer y su lucha a brazo partido por mantener su espíritu autónomo y optimista, a pesar de haber caído en esa telaraña febril y desquiciante que envuelve la cotidianidad de quien ha de enfrentarse día a día al olvido y la maremoto emocional que supone esta demencia.
Yo no tengo intención de ser una cuidadora abnegada y encerrada en el laberinto de la soledad y la angustia que provoca centrar la vida al ciento por ciento en el cuidado y acompañamiento de un ser querido dependiente. Asumo con orgullo mi rol de cuidadora, porque considero que es una de las mayores pruebas de amor y solidaridad que existe; pero no pienso relegar mi propia vida personal a este rol, ni victimizarme o maldecir mi suerte por ello. Yo no padezco alzheimer, así que no pienso olvidarme de quién soy ni cuáles son mis sueños, anhelos y ambiciones en mi ser más profundo. Y a ellos recurro cuando me flaquean las fuerzas, mis nervios se encienden y la ofuscación vital que promueve esta terrible enfermedad amenaza con asfixiarme.
Mi querido poeta Pablo Neruda compartió una frase breve, pero poderosa en toda su extensión: “Si nadie nos salva de la muerto, al menos que el amor nos salve de la vida”. ¡Y he aquí el quid de la ‘cuestión’ que es mi vida! Yo sólo concibo hacer las cosas con amor. De lo contrario, la indiferencia me lleva a ignorar todo categóricamente (sí, ya ven, soy de extremos, qué le vamos a hacer…). Entonces, si no está en mis posibilidades, infelizmente, salvar a mi hermano enfermo de una muerte en vida aducida por el alzheimer, cuanto menos quiero hacer de su paso por esta dolencia un camino cargado de amor y bienestar. Y esto sí está en mis manos. Pero para eso, si pretendo ser una cuidadora de calidad suprema, más allá de actuar con experiencia y certeza, debo sentirme bien conmigo misma, darme también amor y cuidados a mí misma, para lo cual es necesario alimentar mis ilusiones y dar pequeños pasos hacia mis quimeras personales, para que tengan lugar y me aporten dosis de satisfacción. Parece harto complejo llegar a un equilibrio entre ambas facetas, ¿verdad? Y lo es… ¡Pero no imposible! Yo particularmente creo que la clave está en una buena organización y optimización del tiempo y en una actitud positiva. ¡Porque de todo se aprende, hasta de los malos momentos!
No obstante, a este camino que estoy recorriendo desde hace más de un año le urge compañía y reflexiones compartidas por otras personas. Por eso, el objetivo de este espacio virtual es que se convierta en un punto de encuentro con otras personas que experimenten circunstancias similares. La idea de un “Club de cuidadores” se me vislumbra como un lugar fascinante que puede aportarnos, tanto a mí como a otros individuos, un apoyo impagable para seguir realizando con plenitud nuestra labor doméstica, al tiempo que vamos motivando nuestro crecimiento personal.
En definitiva, no busco que me confirme lo horrible, lo negativo, lo destructivo que puede ser pasar por esta situación, porque ya lo vivo en mis propias carnes, amén de que existen muchas notas que inciden en ello. Lo que quiero es que me hagan ver que mi vida tiene sentido más allá del sentido que tiene que mi ser dependiente esté bien cuidado. Y esa es la premisa que regirá este blog.
Entonces… ¿marcamos nuestra próxima cita de encuentro?